San Amando, obispo de Maastricht, dicta su testamento. Vida y milagros de San Amando, siglo XII. Biblioteca Municipal de Valenciennes, Ms.501, f.58v-59 |
En el libro “Charlemagne” de Alphonse Vétault (Tours, Ed. Alfred Mame et fils, 1876) hay una Epístola ad Baugulgurn abbatem Fuldens. Es una carta de Carlomagno dirigida a ese abad de Fulda:
Carlos, por la gracia de Dios, rey de los Francos y de los Lonbardos, patricio de los Romanos, en nombre de Dios Todopoderoso, saludos.
Hay frases aquí que encantan y tienen una grandilocuencia que no se sabe cómo elogiar: “Carlos, por la gracia de Dios, rey de los Francos y de los Lombardos, patricio de los Romanos, en nombre de Dios Todopoderoso, saludos”.
En un saludo está todo dicho.
Sepa vuestra devoción a Dios, que después de haber deliberado con nuestros fieles, estimados de los obispados y monasterios que, por la gracia de Cristo, fueron colocados bajo nuestro gobierno, más allá del orden de la vida regular y las prácticas de nuestra santa religión, deben, también aplicar su celo al estudio de las letras, y enseñar a aquellos que con auxilio de Dios puedan aprenderlas, cada uno según su capacidad.
Así, en cuanto la regla bien observada sustenta la honestidad de las costumbres, la preocupación de aprender y de enseñar, de bien aprender y de enseñar, pone el orden del idioma, de manera que aquéllos que quieran agradar a Dios viviendo bien, no sean negligentes en agradarle hablando bien.
El pensamiento, muy interesante, es éste:
Por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo hay, en nuestro reino, muchas diócesis y abadías.
Nosotros queremos que esas diócesis y abadías se empeñen en enseñar a leer a las personas que estén en condiciones de aprender, con la gracia de Dios.
Sor Baldonivia escribiendo. Vida de Santa Radegunda, siglo XII. Mediateca François Mitterrand, Poitiers |
Entonces, parecía especialmente propio pedir la gracia de Dios para que alguien aprendiese a leer.
Era un tiempo muy próximo a la invasión de los bárbaros, y aquel pasado bárbaro próximo inspiraba un cierto escalofrío cuando se trataba de aprender a leer y escribir.
Entonces, él dice: que aprendan a leer y escribir los que puedan. ¿Por qué?
Porque es conveniente que aquellos que alaban a Dios viviendo de un modo digno, también aprendan a alabar a Dios hablando de un modo digno.
Ustedes vean qué linda idea. La idea de que la virtud trae consigo todas especie de buenas maneras, de buenas actitudes.
Y que, por lo tanto, aquél que es virtuoso debe normalmente tender a hablar bien, a expresarse bien, a hacer bien hechas todas las cosas.
Como en el Evangelio está dicho de Nuestro Señor Jesucristo: Él hacía bien todo lo que Él tenía que hacer.
Entonces, ustedes tienen ahí un principio que es muy querido por nosotros, y que es muy poco querido por un catolicismo deturpado.
Y es el principio de que la religión está empeñada próxima y directamente en promover la salvación de las almas.
San Juan Evangelista escribe el Apocalipsis. Las Sagradas Escrituras impusieron la alfabetización de los fieles. |
Que esto, a su vez, da gloria Dios y a su vez facilita la virtud.
Ustedes tienen ahí un aspecto profundamente anticatólico de las teologías modernas como la de la Liberación, cuyo efecto normal es tender hacia lo primario, hacia las pésimas maneras, hacia la suciedad, hacia la ostensiva falta de compostura.
Eso no sólo es incompatible con la religión, sino que desvía a las almas de la verdadera religión.
Porque Dios, siendo autor de todas las formas de orden, unas formas de orden se apoyan en las otras; y aquellos que saben, por ejemplo, comer dignamente, hablar correctamente, presentarse decentemente tienen en eso un apoyo para la virtud.
Esa es la idea fundamental que Carlomagno expresa. Idea fundamental que la Iglesia tuvo en mente durante toda su existencia, y que en la Edad Media es patente.
Toda la elevación de la civilización, desde la barbarie hasta el estado elevado en que se encontraba al final de la Edad Media, de debió a ese principio.
(Autor: Plinio Corrêa de Oliveira, trechos de conferencia pronunciada el 6/1/1973. Sin revisión del autor).
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