Milagros confirmaron la autenticidad de esta preciosa reliquia.
La historia del famoso Santuario de Loreto comienza con un inesperado viaje aéreo, el año de 1291.

Los fieles de la verdadera religión de Nuestro Señor Jesucristo, conocedores de las profanaciones cometidas por la barbarie de los musulmanes, se estremecían al pensar que la Santa Casa de Nazaret, donde la Sagrada Familia viviera tantos años, caería en manos indignas. ¿Cómo protegerla?
Nuestro Señor, que en su pasión permitió que lo crucificasen, no permitió que la Santísima Virgen fuese siquiera tocada.
En su infinita sabiduría, consintió que algo semejante a su crucifixión sucediera en aquel triste crepúsculo del siglo XIII: que el Santo Sepulcro fuese conquistado por los infieles; sin embargo, impidió que la Santa Casa fuese tocada.
Y para asombro de los habitantes de Palestina, la Casa se elevó por los aires, siendo transportada por manos invisibles de ángeles, rumbo al mar Mediterráneo.

En la pequeña ciudad de Tersatto, situada en Dalmacia (costa croata del Mar Adriático), jamás se viera cosa semejante. Además, la aparición fue corroborada por el primer milagro: el párroco del lugar, que estaba enfermo hacía tres años, en cama, corría ahora por todas partes, comunicando que la Santísima Virgen se le apareció, lo curó y le había dicho ¡que aquella era la casa donde ocurriera la Encarnación del Verbo!

Los dichos emisarios regresaron confirmando todos los datos: ¡la casa que aterrizó en Dalmacia era la misma en la cual vivió la Sagrada Familia en Nazaret!
Transcurridos tres años, ocurrió un nuevo milagro: la Casa de Nazaret volvió a elevarse por los aires y enrumbó con dirección a Italia, cruzando las aguas del mar Adriático.
Así, en 10 de diciembre de 1294 apareció en territorio italiano, junto a un bosque de laureles (de donde viene el nombre Loreto), próximo a la ciudad de Recanati, región de Ancona, en la costa del Mar Adriático.
¡Una casa que se mantiene en pie… sin cimientos!
“¡Yo no creo en esas historias!”, podría exclamar algún escéptico. Para él, el milagro no puede existir, pues sólo acepta argumentos estrictamente “científicos”.
En atención a la objeción de un eventual escéptico, se nos ocurre presentar algunos argumentos, que muestran que la Casa de Loreto es la misma Santa Casa de Nazaret, donde vivió la Sagrada Familia.
No se trata, pues, de convencer a los que tienen fe. Pues para quien cree que Dios se hizo Hombre y nació de una Virgen, ¿cómo puede considerar irrealizable para la Divina Providencia conducir por los aires una casa?

2) La piedra de que está hecha no se encuentra en el lugar. No fue utilizada para la construcción de ninguna casa en la región. Por el contrario, en la región de Nazaret ese tipo de piedra es utilizada comúnmente en las construcciones. Tal argumento es aun más convincente si tomamos en consideración las dificultades de transporte de materiales de construcción en la época medieval.
3) El “cemento” que da cohesión a las piedras es hecho de sulfato de calcio y polvo de carbón de madera, desconocido en Italia. Igualmente la viga de la puerta es hecha de cedro, no conocido en aquella zona de Italia.
4) Más impresionante aún, las dimensiones de la Santa Casa de Loreto corresponden exactamente a las de los cimientos que quedaron abandonados en Nazaret…
¿Cómo explicar tantas concordancias? ¿Será mera coincidencia?
“El ángel del Señor anunció aquí a María”
Para quien tiene fe no es difícil entender tantos milagros envolviendo una casa en la cual se operó el episodio central de la historia de la humanidad: la Encarnación del Hijo de Dios.
La Santa Iglesia, para recordar a los fieles esta verdad, determinó que en la Santa Casa la oración del Angelus fuera rezada de un modo muy especial.
En vez de se decir “El ángel del Señor anunció a María; y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo…”, en aquel Santuario se reza así: “El ángel del Señor anunció aquí a María; y concibió aquí por obra y gracia del Espíritu Santo…”
Esta insigne reliquia inspiró del mismo modo el piadoso deseo de invocar a Nuestra Señora por sus numerosos títulos; de allí nació la Letanía de la Santísima Virgen, conocida como Letanía Lauretana —o de Loreto—, que muchos rezan sin percatarse de la relación entre el nombre y el lugar.

Su casa es de proporciones diminutas, pero inmaculadamente limpia y ordenada, pues pobreza es diferente que dejadez. Su arquitectura también es simple y armoniosa, pues pobreza no significa fealdad y mal gusto.
Alrededor de la casa fue erigida una espléndida basílica, en la cual se encuentran numerosas placas de metal con frases más o menos como éstas: “Homenaje de la Fuerza Aérea tal a su Patrona”, “La Fuerza Aérea de tal lugar en reconocimiento a su Patrona al cumplir 50 años de existencia”, etc.
El Papa Benedicto XV, mediante un Breve del 24 de marzo de 1920, proclamó a Nuestra Señora de Loreto Patrona de los aviadores. Por eso su imagen se encuentra presente en numerosos aeropuertos de todo el mundo.
La Santísima Virgen quiere ser invocada en todas nuestras necesidades para poder ayudarnos, como Madre que es.
Invoquemos, pues, a Nuestra Señora de Loreto, rogándole que nos conceda la gracia de mantener nuestra alma siempre elevada a Dios y desapegada de toda y cualquier criatura que de Él nos aparte.
Fuentes de referencia.
* Edésia Aducci, María y sus gloriosos títulos, Editora Lar Católico, Florianópolis, 1958.
* Jean Ladame, Notre Dame de Toute L’Europe, Éditions Résiac, Montsurs, 1984.
(Autor: Valdis Grinsteins)








1 comentarios:
Joe, esta si que es buena,como en la peli de dibujos "UP".Mira que los musulmanes creen en chorradas como en que Mahoma subió a los cielos montado en un burro volador pero lo de nosotros los católicos es para hacérnoslo mirar.
Publicar un comentario