Castillo de Fontaine-Henry: antecámara del Paraíso terrestre |
Europa medieval fue un mito que se realizó.
La Religión Católica transformó un continente poblado de bárbaros y romanos decadentes en un seminario del Cielo.
Los valores que los castillos encarnan son, en el fondo, valores religiosos. Porque son símbolos.
El lado simbólico es mucho más importante que el lado práctico y que el lado estético. Es por eso que nos agradan tanto.
¿Símbolos de qué?
El Paraíso Celeste es un lugar material. En él vivieron Adán y Eva antes del pecado original y en el vivirán los bienaventurados durante la eternidad.
Es un lugar donde Dios instaló cosas magníficas, castas y santas, para el hombre vivir inmerso en ellas. Es un mundo hecho de materia, pero de una materia que habla de Dios.
Fontaine-Henry: reencenação histórica |
El castillo pertenece a la misma familia hace cerca de diez siglos. Jamás fue vendido, aun cuando los nombres familiares hayan sido cambiados por causa de casamientos.
Las familias de Tilly, d´Harcourt, de Morais, Boutier de Château d´Assy, de Montécler, de Marguerie, de Carbonnel, de Cornulier et d´Oilliamson fueron pasando de mano en mano la propiedad a través de mil años.
Se sabe de la existencia en el lugar de una fortaleza a comienzos del siglo XI.
Fontaine-Henry: decoração familiar nobre |
Fontaine-Henry: reencenação histórica |
El castillo de Fontaine-Henry refleja diversos estilos – desde el gótico inicial, pasando por el gótico flamboyant, hasta llegar al Renacimiento.
Se destaca el tejado de 15 metros de altura, el más alto de los castillos de Francia.
Algunas reformas fueron hechas en los siglos XVIII y XIX.
Habitado por la noble familia propietaria, el castillo está enteramente amueblado y abriga una notable colección de cuadros de grandes pintores.
La milenaria continuidad de la propiedad es una imagen terrena y transitoria de la inmutable estabilidad de la eternidad, donde toda inseguridad estará relegada y la alegría de la posesión definitiva de la bienaventuranza inundará a las almas de los justos.
En Fontaine-Henry el techo altísimo apunta para el Cielo como diciendo:
“¿A ustedes les parece que soy lindo?
“¡Mi belleza no es nada, miren para arriba!
“Ahí está el secreto de mi encanto”
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