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domingo, 23 de febrero de 2014

El castillo de Guimarães: noble, de proporciones distinguidas, sin nada de agresivo

Castelo de GuimarãesEl castillo de Guimarães, en Portugal, localizado en el distrito de Braga, tiene una cierta nota de la suavidad lusa.

Es preciso haber estado en Portugal o tener en las venas sangre portugués – y por extensión brasileño – para poder saborearlo bien.

Ese castillo, todo de piedra, es un encanto.

Su aspecto exterior es muy noble. Con ventanas ornadas de vitrales teniendo dibujos bastante armoniosos.

Las proporciones son muy agradables, sin presentar nada de agresivo y sabiendo guardar bien las distancias y las jerarquías.

Para hacer una comparación a la manera del turista moderno, su dimensión equivaldría al área de unos tres o cuadro canchas de fútbol.


Los reinos eran tan poco poblados, en aquel tiempo, que batallas aguerridas y nobles se efectuaban en un área con esa extensión, y el futuro de una nación se decidía así.

Durante la Reconquista católica de la península ibérica invadida por los moros, se estableció en los dominios de Vimaranes, a fines del siglo IX, un caballero tal vez castellano, de nombre Diogo Fernandes.

Una de sus hijas, llamada Mumadona Dias, fundó un monasterio que enriqueció con tierras, ganado, rentas, objetos de culto y libros religiosos (26 de enero de 959).

La población de Vimaranes, entretanto, era vulnerable a las incursiones de los musulmanes y a las incursiones de normandos que asolaban las costas y los ríos.

Doña Mumadona comenzó un castillo para recoger gente en caso de agresión. El castillo original fue puesto bajo la protección de San Mamede. Era bastante simple, como los castillos del siglo X, compuesto apenas de una torre y tal vez una cerca.

Don Henrique de Borgonha (1095-1112), que formó el Condado Portucalense, núcleo original del actual Portugal, eligió el castillo como residencia. Sin embargo, mandó construir un nuevo castillo del cual queda la imponente Torre de Homenajes.

El perímetro defensivo fue ampliado y reforzado según las necesidades de la guerra. Fue abierta la puerta principal al Oeste, y la llamada Puerta de la Traición, al Este.

Delante de esos muros, Don Alfonso Henriques (1112-1185), fundador de Portugal, en el vecino campo de San Mamede, obtuvo la victoria (24 de junio de 1128) que dio origen a la nacionalidad portuguesa.

Diversas obras agrandaron y perfeccionaron la fortaleza entre el fin del siglo XII y el siglo XIV.

La modernidad y el olvido de las glorias del pasado deformaron horriblemente esa reliquia de Portugal. ¡El castillo pasó a abrigar la Cárcel Municipal, y, en el siglo XVII, un pajar del rey, volviéndose una ruina!

En 1836, se llegó a postular su demolición para aprovechar las piedras en las calles de Guimarães. El crimen no fue completado, pero la Torre de San Benito fue demolida.

En el siglo XIX hubo un movimiento de entusiasmo por el pasado medieval y de restauración de sus ruinas.

Y en 1881, lo que restaba del castillo fue reconocido como Monumento Histórico y salvado de la barbarie. En el siglo XX, un gran trabajo de recuperación permitió que fuese reinaugurado el 4 de junio de 1840, en la ocasión del VIII centenario de la fundación del país.

Sucesivas restauraciones permitieron al castillo ingresar en el siglo XXI bien conservado y abierto a la visita pública.



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