Busto-relicario de Carlomagno. Fondo: catedral de Aachen, Alemania, capital de seu imperio |
Eventos culturales del más alto nivel están anunciados por toda Europa para conmemorar la fecha.
El Museo Nacional de Suiza, por ejemplo, le consagra una exposición especial reuniendo objetos prestigiosos, verdaderas reliquias, prestados por numerosos museos e instituciones suizas y extranjeras.
Es difícil –reconocen los organizadores – montar el cuadro completo de los inmensos progresos que el gran emperador católico, venerado en ciertas diócesis como Beato, trajo para la civilización Cristiana.
En los dominios de la educación, del arte, de la arquitectura y de la religión, no hubo como él.
Salas temáticas serán consagradas a la personalidad del gran Carlos y sus colaboradores más próximos. A su imperio, a los conventos, iglesias y palacios que mandó construir y retratan de modo vivo su época de influencia personal en las décadas de 740 a 900.
Otro tema es el culto dado a Carlomagno por la Iglesia Católica.
Y aún otro tema es la extraordinaria producción de leyendas que el pueblo fue creando en torno de su magnífica y riquísima personalidad después de su muerte.
Carlomagno, Albrecht Dürer (1471—1528) |
No es tan importante saber si el Carlomagno histórico correspondió a la leyenda. Pues existe, más allá del Carlomagno histórico, el Carlomagno de la leyenda.
En la historia, entretanto, se ve bien como el Carlomagno de la leyenda contiene toda una teoría del rey perfecto, elaborada por el espíritu popular.
Entonces, se comprende bien la importancia histórica de la leyenda.
El Carlomagno de la leyenda tuvo más influencia en la historia que el Carlomagno de la realidad, pues correspondió a un deseo ardiente profundo de los hombres.
Fue la cámara oscura de la mente popular la que elaboró el Carlomagno de la leyenda, el rey perfecto.
Se ve aquí bien cómo trabaja lo más hondo del subconsciente humano, cómo tiene nociones difíciles de formular en abstracto, y que los especialistas de biblioteca muchas y muchas veces no comprenden bien.
Se ve, por lo tanto, que en lo más profundo del alma medieval, se fue elaborando la doctrina del rey cristiano perfecto.
Se comprende bien el acto de virtud que hicieron los pueblos cristianos elaborando la imagen del emperador ideal.
Pero se comprende también cuán hondo cayó el hombre moderno, “liberado” de las “creencias populares absurdas” medievales.
Basta ver la TV, los diarios o la Internet. ¿Dónde hay alguien, histórico o legendario,
que llegue a los pies del gran Carlos?
Iniciamos ahora una serie de posts sobre el emperador Carlomagno en la leyenda y también – ¡y cuánto! – en la Historia cristiana.
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