Justa en Warwick, Inglaterra |
Cosa curiosa, los medievales tenían una vida cuotidiana extraordinariamente entretenida. Tal vez por eso mismo, se interesaban poco por dejarla descrita en pergaminos. ¿Quién iría a leer lo que veían con sus propios ojos en el día a día?
Fue preciso que autores de siglos posteriores intentasen reconstituir aquella vida animadísima.
Entre ellos estuvo el escritor francés Alejandro Dumas. Novelista de fértil imaginación, él quiso describir una justa medieval con fidelidad histórica de pormenores. Para eso fue a sacar de la célebre crónica de Jean Froissard los datos históricos, como él mismo deja claro en varias partes de su obra.
He aquí el resultado:
Castillo de Windsor, Gran-Bretaña |
Semejante convite, de parte de un tan grande Príncipe, como se comprende bien, conmovió a toda la Caballería. Así, de Escocia, de Francia y de Alemania se veían llegar, como representación de toda la nobleza del mundo, los más bravos campeones de aquella época.
Algunos ya se habían encontrado en los campos de batalla y sabían el concepto que debían formar unos de los otros; pero la mayor parte no se conocía a no ser por la reputación, y ansiaban por conocerse.
A medida que llegaban iban a inscribirse con los jueces del campo, ora con su nombre, ora con el seudónimo que querían usar; y, al día siguiente, recibían de Eduardo III un regalo proporcionado a su nacimiento o al rango que parecían tener.
Justas en estilo medieval, Kaltenberg, Alemania |
Los tres “defensores” debían aceptar el combate a lanza, espada o hacha; sólo el puñal estaba prohibido.
En la víspera de la fiesta de San Jorge (Patrono de Inglaterra y de la Caballería), día fijado para la abertura de las conmemoraciones, la ciudad de Londres despertó con el resonar de las trompetas y de los clarines.
Los caballeros, que habían acudido de diferentes partes del mundo para esta gran ciudad, debían dirigirse a las tiendas que el Rey les había hecho preparar en la planicie de Windsor; porque no se podía pensar en hospedar en el castillo una tal multitud de personas.
Caballero con insignias medievales en el torneo de Warwick |
De ambos lados, a unos cinco o seis pies de distancia en relación a las casas, cuerdas encubiertas por guirnaldas de flores, formaban especies de veredas en las cuales debía circular el pueblo, mientras que la parte más elevada del pavimento permanecería libre y abierta para los caballeros.
Además, no había árbol que no tuviese frutas frescas, no había ventana que no fuese ocupada por pirámides de cabezas, ningún terrazo que no ofreciese su grupo de espectadores apretados como espigas y ondulantes como ellas al menor ruido que parecía anunciar la aproximación del cortejo.
Continúa en el próximo post
0 comentarios:
Publicar un comentario