Maintenon parece un sueño pero está lleno de realidad |
A veces dicen “perfume de tal flor”. Mas la flor fue desintegrada y dio lugar a una cosa mucho mejor. Se trata de perfumes tan finos, raffinées y excelentes, que pierden contacto con la realidad.
Maintenon:
sueño o realidad cristiana bien vivida? |
Otros, al contrario, conservan el perfume de la flor. Y uno huele y dice: ¡oh rosa!, o entonces, ¡oh clavel!
Hay hasta una loción “cuero de Rusia” para hombres, finísima, de muy buena calidad. Son cosas en que uno agarra la realidad con las manos en lo que tiene de más concreto y palpable, y huele lo que hay de mejor en ella. No es un sueño, sino la presentación mejor de una realidad.
Así también hay dos modos de cultura.
Maintenon tomó forma cuando Francia decidió soñar |
Todo aquello es un sueño. Cuando los hombres resolvieron soñar, Francia surgió con su fisonomía.
Uno de los muchos ejemplos de eso es el castillo de Maintenon. Ya el nombre es de castillo de otro mundo.
Ese sueño satisface de tal manera un deseo del alma humana, que los turistas viven apiñándose en Francia, venidos del mundo entero.
Maintenon: ambiente interno del castillo marcado por la noble familia Noailles |
Es un castillo en estilo medieval, construido en una isla. Alrededor, donde había canales y lagunas, fueron escavados fosos según el arte de guerra medieval.
Es una belleza de castillo, y muy bueno para la familia feudal pasar la noche, porque recogían todo dentro de la isla. Si fuesen a atacar la isla, los canales ayudaban
En Maintenon se dio un hecho histórico. El rey legítimo Carlos X había sido destronado en 1848 por una revolución medio republicana y tuvo que huir de Francia. En el camino, paró en Maintenon.
Pasó una noche tranquilísima en el castillo, y al día siguiente partió hasta el puerto, para tomar un navío que lo llevaría a Inglaterra.
En el momento de la despedida del rey en desgracia, un grupito de fieles se formó en estilo militar para un último adiós. En el fondo era un adiós a la legitimidad, fue algo tremendo.
Carlos X fue pasando a caballo para recibir la continencia de la tropa. Entonces, un soldado salió de las filas, se puso delante de él y lo miró.
Entonces el rey dijo en tono de reprimenda militar:
- Qué haces ahí?
- “Quiero admiraros por última vez, majestad!”
Carlos X no dijo nada.
Aquel hombre admiró al rey cuanto quiso, y de ahí a un momento los caminos de la vida se separaban.
El soldado volvió a casa, para sus ocupaciones, y Carlos X partió para las amarguras del exilio.
(Fuente: Plinio Corrêa de Oliveira, fechas diversas. Sin revisión del autor).
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