La nobleza pagaba el "impuesto de la sangre": ejercer la Defensa, tareas de Policía, cazar animales dañinos y otros peligros |
Sus privilegios son, antes que nada, honoríficos: derechos de precedencia, etc. Algunos derivan de encargos que la nobleza tiene.
Así, apenas el noble tiene derecho a la espuela, al cinturón y al estandarte, lo que recuerda que originalmente sólo los nobles tenían posibilidad de equipar un caballo de guerra.
Junto a eso él goza de excepciones, que en un principio eran comunes a todos los hombres libres.
Tal es la excepción de la “taille” (impuesto sobre el vino) y de ciertos impuestos indirectos, cuya importancia, nula en la Edad Media, no cesó de crecer en el Siglo XVI, y sobre todo en el Siglo XVIII.
La nobleza tiene derechos precisos y substanciales, que son todos los derivados del derecho de propiedad: derecho de recaudar las rentas, derecho de caza y otros.