Carlomagno implora a Dios la victória en la batalla. Vitral de Carlomagno. Catedral de Chartres, Francia. |
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El Imperio romano cristianizado había sido derrocado por la avalancha de los bárbaros. Los bárbaros eran todos o arrianos o paganos.
El arrianismo era una herejía que puede ser vagamente comparada al protestantismo. El arriano era tan anticatólico cuanto lo es el protestante, es decir, separado de la Iglesia, hereje, excomulgado, enemigo.
Un obispo arriano llamado Ulfilas había pervertido a los paganos bárbaros para la religión arriana.
De manera que gran parte de los bárbaros que invadieron el Imperio Romano, que era católico, venían con la intención de imponer la religión arriana.
Otros eran paganos, y la intención de ellos era imponer el paganismo.
Unos y otros eran bárbaros. Y como bárbaros, eran incompatibles por hábito, por psicología, por tendencia natural, a la civilización.
Se establecieron en el Imperio Romano de Occidente, y fueron destruyendo – queriendo o no queriendo – la civilización.