San Columbano, iglesia de St-Pierre-le-Jeune, Estrasburgo |
Habiendo fundado muchos monasterios, en los cuales imprimió su vigoroso carácter, este heroico religioso dejó atrás de sí un surco de radicalidad en la vida monástica y en el combate a la herejía arriana. Siglos después, su acción contribuiría para el apogeo medieval.
Pocos datos hay sobre el nacimiento y los primeros años de este santo que tanta influencia ejercería en la vida monacal de Occidente, en su siglo y en la baja Edad Media. Se sabe que nació en Leinster, Irlanda, en 540, el mismo año en que el patriarca San Benito fallecía en Monte Cassino.
Lo que resalta la primera biografía de Columbano, escrita por uno de sus monjes, Jonás de Bobbio, es que su educación e instrucción fueron esmeradísimas, habiéndose iniciado muy temprano en el estudio de las Sagradas Escrituras. Habla también que era notable por su belleza moral y física.
Adolescente, sentía en sí, como San Pablo, los aguijones de la carne. Para no caer en tal esclavitud, buscó consejo en una piadosa mujer que vivía recluida en las cercanías en olor de santidad.