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lunes, 29 de junio de 2015

Mito 4: Los cruzados le enseñaron a los musulmanes a odiar y atacar a cristianos

Balduino I, rei de Jerusalén
Balduino I, rei de Jerusalén



continuación del post anterior: Mito 3: Los cruzados fueron un bloque cínico motivado por deseos materiales



Parte de la respuesta a este mito puede encontrarse arriba, en la parte del Mito 1.

Los musulmanes habían estado atacando a los cristianos por más de 450 años antes de que el Papa Urbano declarara la Primera Cruzada.

No necesitaban ningún incentivo para seguir haciéndolo. Pero hay también aquí una respuesta un poco más complicada.

Hasta hace muy poco, los musulmanes recordaban las cruzadas como una instancia en la que habían derrotado un insignificante ataque occidental cristiano.

Un iluminador pasaje se encuentra en una de las cartas de Lawrence de Arabia, quien describe una confrontación durante las negociaciones de la Primera Guerra Mundial entre el francés Stéphen Pichon y Faisal al-Hashemi (luego Faisal I de Irak).

Pichon presentó el caso por el interés francés en Siria, recordando las cruzadas, a lo que Faisal contestó con una aguda pregunta: “¿Pero, perdóneme, quien de nosotros ganó las cruzadas?”

Esto era generalmente representativo de la actitud musulmana hacia las cruzadas antes de la Primera Guerra Mundial, es decir, cuando los musulmanes se molestaban en recordarlas, que no era muy seguido.

La mayoría de los escritos históricos en árabe sobre las cruzadas antes del siglo XIX fueron producidos por cristianos árabes, no por musulmanes, y la mayoría eran positivos.

No existía tampoco una palabra árabe para “cruzadas” hasta ese periodo e incluso quienes lo acuñaron fueron, otra vez, cristianos árabes.


No parecía importante para los musulmanes distinguir entre las cruzadas y otros conflictos entre el Cristianismo y el Islam.

No había tampoco una reacción inmediata a las cruzadas entre musulmanes. Como Carole Hillenbrand destaca, “la respuesta musulmana a la llegada de las cruzadas fue inicialmente de apatía, compromiso y preocupación con los problemas internos”.

Hacia el 1130 comenzó una contra cruzada musulmana, bajo el liderazgo del feroz Zengi de Mosul (Irak). Para

ero se necesitaron algunas décadas para que el mundo musulmán se preocupara por Jerusalén, considerada en mayor estima por los musulmanes cuando no la dominaban que cuando sí lo hacen.

La acción contra los cruzados fue con frecuencia realizada como un medio para unir al mundo musulmán bajo varios aspirantes a conquistadores, hasta el 1291, cuando los cristianos fueron expulsados del territorio de Siria.

Y –sorpresivamente para los occidentales– no fue Saladino quien fue reconocido por los musulmanes como el gran líder anti-cristiano.

Ese lugar de honor usualmente fue otorgado a los más sedientos de sangre y más exitosos Zengi y Baibars, o al más público Nur al-Din.

La primera historia musulmana sobre las cruzadas no apareció sino hasta 1899. Por ese entonces, el mundo musulmán estaba redescubriendo las cruzadas, pero lo hacía con un giro aprendido de los occidentales.

En el periodo moderno, había dos escuelas europeas principales de pensamiento sobre las cruzadas.

Una de ellas, representada por gente como Voltaire, Gibbon, y Sir Walter Scott; y Sir Steven Runciman del siglo XX, veían a los cruzados como bárbaros crudos, avaros y agresivos que atacaban musulmanes civilizados y amantes de la paz, para mejorar su propia suerte.

Jesus Cristo encabeza la Cruzada
Jesus Cristo encabeza la Cruzada
La otra escuela, más romántica y representada por figuras menos conocidas como el escritor francés Joseph-François Michaud, veía a las cruzadas como un glorioso episodio en una larga lucha en la que los cristianos habían vencido a las hordas musulmanas.

Además los imperialistas occidentales comenzaron a ver a los cruzados como sus predecesores, adaptando sus actividades de un modo secularizado que los mismos cruzados no habrían reconocido o encontrado muy acordes.

Al mismo tiempo, el nacionalismo comenzó a enraizarse en el mundo musulmán.

Los nacionalistas árabes tomaron prestada la idea de una larga campaña europea contra ellos de la escuela europea antigua de pensamiento, sin considerar el hecho de que constituía realmente una mala representación de las cruzadas, y usando este entendimiento distorsionado como una forma para generar apoyo para sus propias agendas.

Ese fue el caso hasta la mitad del siglo XX, cuando, en palabras de Riley-Smith, “un Panislamismo renovado y militante” aplicó las metas de los nacionalistas árabes a un renacimiento mundial de lo que era entonces llamado fundamentalismo islámico y a lo que ahora algunos se refieren como, un poco torpemente, como jihadismo.

Esto llevó casi inexpugnablemente al origen de Osama Bin Laden y Al Qaeda, ofreciendo una perspectiva de las cruzadas tan extraña como para permitir a Laden considerar a todos los judíos como cruzados y a las cruzadas como un rasgo permanente y continuo de la respuesta occidental al Islam.

La concepción de la historia de Bin Laden es una fantasía febril. No es más preciso en su perspectiva sobre las cruzadas que lo que es sobre la supuesta unidad islámica que cree el Islam disfrutó antes de que la malévola influencia cristiana se entrometiera.

Prof.Paul F. Crawford  del Departamento de Historia  y Ciencias Políticas  de la Universidad de California  - Pennsylvania
Prof.Paul F. Crawford
del Departamento de Historia
y Ciencias Políticas
de la Universidad de California
- Pennsylvania
Pero la ironía está en que él y los millones de musulmanes que aceptaron el mensaje, recibieron ese mensaje originalmente de quienes ellos perciben como sus enemigos: de Occidente.

Entonces no fueron las cruzadas las que le enseñaron al Islam a atacar y odiar a los cristianos. Muy lejos de eso están los hechos.

Esas actividades habían precedido a las cruzadas por largo tiempo, y nos dirigen hasta el origen del Islam. En vez de eso, fue Occidente quien enseñó al Islam a odiar las cruzadas. La ironía es grande.


(Autor: Paul F. Crawford, de la Universidad de California-Pennsylvania. El Dr. Crawford es especialista de la historia de las Cruzadas y de las órdenes militares religiosas y autor de numerosos escritos sobre el tema. Actualmente lidera un grupo internacional de profesores que prepara la edición de la vida del líder cruzado Renaud de Châtillon.)


continúa en el próximo post: De vuelta al presente


AS CRUZADASCASTELOS MEDIEVAISCATEDRAIS MEDIEVAISHERÓIS MEDIEVAISORAÇÕES E MILAGRES MEDIEVAISCONTOS E LENDAS DA ERA MEDIEVALA CIDADE MEDIEVALJOIAS E SIMBOLOS MEDIEVAIS

lunes, 15 de junio de 2015

Mito 3: Los cruzados fueron un bloque cínico motivado por deseos materiales




continuación del post anterior: Mito 2: Los cristianos fueron motivados por la codicia de las riquezas de los musulmanes



Este ha sido un argumento muy popular, al menos desde Voltaire. Parece creíble e incluso obligatorio para la gente moderna, dominada por la perspectiva del mundo materialista.

Y ciertamente hubieron cínicos y hipócritas en la Edad Media, –descartando las obvias diferencias de tecnología y cultura material– la gente de entonces era tan humana como nosotros, y víctima de los mismos errores.

Sin embargo, como en los primeros dos mitos, esta afirmación generalmente es falsa y se puede demostrar con una sola razón: las bajas de las cruzadas eran usualmente tan altas, que muchos, sino la mayoría de los cruzados, iban a ellas sabiendo que no iban a volver.

Un historiador militar de las cruzadas, por ejemplo, ha estimado la tasa de bajas en un aplastante 75 por ciento.

La declaración del cruzado Robert de Crésèques, del siglo XIII, de que había “venido a través del mar para morir por Dios en la Tierra Santa” –a la que efectivamente siguió rápidamente su muerte en una batalla– puede haber sido inusual en su fuerza y su cumplimiento rápido, pero no era una actitud atípica.

Es difícil imaginar una manera más conclusiva de probar la dedicación de uno a una causa que sacrificar la vida por ella… y muchísimos cruzados hicieron eso.

Esta mito también se revela como falso cuando consideramos la manera en la que los cruzados fueron animados en las prédicas. Los cruzados no fueron reclutados.

La participación era voluntaria y los participantes tenían que ser persuadidos para ir. El medio primario de persuasión era el sermón cruzado, y uno podría esperar encontrar estos sermones mostrando a las cruzadas como algo profundamente apelante.

Este, hablando en general, no era el caso. De hecho, lo opuesto es verdad: los sermones para las cruzadas estaban repletos de advertencias de que las cruzadas generaban privación, sufrimiento y con frecuencia la muerte. Que esta era la realidad de las cruzadas era algo bien sabido, en todo caso.

Como Jonathan Riley-Smith ha destacado, los predicadores de las cruzadas “tenían que persuadir a sus oyentes a comprometerse ellos mismos en empresas que interrumpirían sus vidas, posiblemente los empobrecerían e incluso los asesinarían o mutilarían, o que serían un inconveniente para sus familias, cuyo apoyo necesitarían… si es que iban a cumplir sus promesas”.

¿Entonces cómo tenía resultado la prédica?

Funcionaba porque las cruzadas eran apelantes precisamente porque era una tarea dura y conocida, y porque emprender una cruzada por los motivos correctos era entendida como una penitencia aceptable del pecado.

Lejos de ser una empresa materialista, la cruzada era impráctica en términos mundanos, pero valiosa para el alma.

No hay espacio aquí para explorar la doctrina de la penitencia como se desarrolló en la última etapa del mundo antiguo y medieval, pero es suficiente decir que la aceptación voluntaria de las dificultades y el sufrimiento era vista como una manera útil de purificar el alma (y aún lo es, en la doctrina católica actual).

La cruzada era el ejemplo casi supremo de ese sufrimiento complicado, y por eso era una penitencia ideal y muy completa.

Relacionado al concepto de penitencia está el concepto de la cruzada como un acto de amor desinteresado, de “dar la vida por los amigos”.

Desde el principio, la caridad cristiana era propuesta como una razón para las cruzadas, y esto no cambió en todo ese periodo.

Jonathan Riley-Smith trató este aspecto de las cruzadas en un artículo muy conocido para los historiadores de las cruzadas, pero inadecuadamente reconocido en el amplio mundo académico, ignorado por el público en general.

“Para los cristianos… la sagrada violencia”, subraya Riley-Smith, no puede ser propuesta en cualquier ámbito excepto en el del amor…

(y) en una era dominada por la teología del mérito esto explica por qué la participación en las cruzadas se consideraba como meritoria, por qué las expediciones eran vistas como actos penitenciales con las que se podía ganar indulgencias, y por qué la muerte en batalla era vista como martirio.

Prof.Paul F. Crawford  del Departamento de Historia  y Ciencias Políticas  de la Universidad de California  - Pennsylvania
Prof.Paul F. Crawford
del Departamento de Historia
y Ciencias Políticas
de la Universidad de California
- Pennsylvania
Como manifestaciones del amor cristiano, las cruzadas fueron producto de la renovada espiritualidad del Medioevo central, con su preocupación de vivir la ‘vita apostolica’ y expresando los ideales cristianos en activas obras de caridad, como lo fueron los nuevos hospitales, el trabajo pastoral de los agustinos y los premonstratenses y el servicio de los frailes.

La caridad de San Francisco podría apelarnos más ahora que entonces a los cruzados, pero ambas se originan de las mismas raíces.

Con lo complicado que puede ser para la gente actual creer, la evidencia sugiere fuertemente que la mayoría de los cruzados estaban motivados por el deseo de agradar a Dios, expiar sus pecados y poner sus vidas al servicio del “prójimo”, entendido en el sentido cristiano.

(Autor: Paul F. Crawford, de la Universidad de California-Pennsylvania. El Dr. Crawford es especialista de la historia de las Cruzadas y de las órdenes militares religiosas y autor de numerosos escritos sobre el tema. Actualmente lidera un grupo internacional de profesores que prepara la edición de la vida del líder cruzado Renaud de Châtillon.)

continúa en el próximo post: Mito 4: Los cruzados le enseñaron a los musulmanes a odiar y atacar a cristianos



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lunes, 1 de junio de 2015

Mito 2: Los cristianos fueron motivados por la codicia de las riquezas de los musulmanes

El Papa Beato Urbano II en el sermón de Cruzada fijó los límites morales de la misma y exortó la nobleza a defender la humanidad, el Derecho y la Iglesia de Cristo
El Papa Beato Urbano II en el sermón de Cruzada
fijó los límites morales de la misma y exortó la nobleza
a defender la humanidad, el Derecho y la Iglesia de Cristo



continuación del post anterior: Mito 1: Las cruzadas fueron un ataque no provocado de los cristianos contra los musulmanes



Nuevamente, no es verdad.

Una versión del discurso del Papa Urbano II en Clermont en 1095 en la que alienta a los guerreros franceses a embarcarse en lo que sería conocido como la Primera Cruzada sí hace referencia a que podrían “echar a perder los tesoros (del enemigo)”, pero esto era nada más que una observación sobre la usual manera de financiar la guerra en la sociedad antigua y medieval.

Fulcher de Chartres sí escribió en los inicios del siglo XII que aquellos que habían sido pobres en Occidente se harían ricos en Oriente como resultado de sus esfuerzos en las Primeras Cruzadas, sugiriendo obviamente que otros podrían hacer lo mismo.

Es necesario leer esto en contexto, que en ese momento era una falta crónica y fatal de mano de obra para la defensa de los estados cruzados.

Fulcher no era del todo engañoso cuando decía que alguien podría volverse rico como resultado de las cruzadas, pero no estaba siendo del todo honesto tampoco, porque para muchos participantes, las cruzadas fueron increíblemente caras.

Como Fred Cazel señala, “pocos cruzados tenían suficiente dinero para pagar sus obligaciones en casa y mantenerse decentemente en las cruzadas”.

Desde el principio mismo, las consideraciones financieras fueron importantes en la planeación de la cruzada.

Los primeros cruzados vendieron tantas de sus posesiones para financiar sus expediciones que generaron una extendida inflación.

Aunque los siguientes cruzados tomaron esta consideración en cuenta y comenzaron a ahorrar mucho antes de embarcarse en esta empresa, el gasto seguía estando muy cerca de lo prohibitivo.

La rectitud de San Luis de Francia impresionó hasta los musulmanes
La rectitud de San Luis de Francia impresionó hasta los musulmanes
Pese al hecho de que el dinero no jugó un rol esencial en las economías europeas en el siglo XI, había un “consistente y persistente flujo de dinero” de Occidente a Oriente como resultado de las cruzadas y las demandas financieras de las mismas causaron “profundos cambios económicos y monetarios en Europa y en el Levante”.

Una de las principales razones para el financiamiento de la Cuarta Cruzada, y su desvío a Constantinopla, fue el hecho de que se quedaron sin dinero antes de que se iniciara adecuadamente, y estaban tan endeudados con los venecianos que no pudieron controlar su propio destino.

La Séptima Cruzada de Luis IX a mediados del siglo XIII costó seis veces más que el ingreso anual de la corona.

Los Papas recurrieron a tácticas incluso más desesperadas para recaudar dinero y financiar las cruzadas, desde la institución del primer impuesto a los ingresos en la primera parte del siglo XIII hasta hacer una serie de ajustes en la manera en que las indulgencias eran manejadas, lo que eventualmente llevó a ciertos abusos condenados por Martín Lutero.

Incluso en el siglo XIII, muchos de quienes planeaban las cruzadas asumían que sería imposible atraer una suficiente cantidad de voluntarios para realizarlas, y participar de las cruzadas se convirtió en una especie de provincia de reyes y Papas, perdiendo su carácter popular original.

Cuando el Hospitaller Master Fulk de Villaret escribió sobre las cruzadas al Papa Clemente V cerca al 1305, subrayó que “sería una buena idea si el Señor Papa dispusiera algunas medidas para reunir un gran tesoro, sin el que esta misión (la cruzada) sería imposible”.

Algunos años después, Marino Sanudo estimó que costaría cinco millones de florines en más de dos años efectuar la conquista de Egipto. Aunque no lo dijo, y tal vez no se dio cuenta de ello, la suma necesaria simplemente era una meta imposible de lograr.

Prof.Paul F. Crawford  del Departamento de Historia  y Ciencias Políticas  de la Universidad de California  - Pennsylvania
Prof.Paul F. Crawford
del Departamento de Historia
y Ciencias Políticas
de la Universidad de California
- Pennsylvania
En ese tiempo, las autoridades más responsables en Occidente habían llegado a la misma conclusión, lo que explica por qué se lanzaron cada vez menos cruzadas desde el inicio del siglo XIV.

En breve: muy pocos se hicieron ricos con las cruzadas, y sus números fueron empequeñecidos sobremanera por quienes quebraron.

Muchos en el medioevo eran muy conscientes de eso y no consideraron a las cruzadas como una manera de mejorar su situación financiera.

(Autor: Paul F. Crawford, de la Universidad de California-Pennsylvania. El Dr. Crawford es especialista de la historia de las Cruzadas y de las órdenes militares religiosas y autor de numerosos escritos sobre el tema. Actualmente lidera un grupo internacional de profesores que prepara la edición de la vida del líder cruzado Renaud de Châtillon.)

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