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lunes, 26 de mayo de 2014

Torneo para conmemorar la reedificación del Castillo de Windsor – 4



Un heraldo avanzó en el campo y leyó en alta voz las condiciones de la justa. Así que terminó la lectura, un grupo de músicos puestos cerca de la tienda de Eduardo hizo, en señal de desafío, resonar el aire con el sonido de las trompetas y de los clarines; enseguida, otro grupo de músicos le respondió del extremo opuesto.

Las porteras se abrieron y un caballero totalmente armado apareció en la arena.

Pero, aunque tuviese la visera baja, por el blasón que era de oro con listas plata y azul, fue luego reconocido como el Conde de Derby, hijo del Conde de Lancaster, del Pescuezo Torcido.

lunes, 19 de mayo de 2014

Torneo para conmemorar la reedificación del Castillo de Windsor – 3

Reedición de un torneo en la República Checa
Reedición de un torneo en la República Checa
Continuación del post anterior


Apenas la mitad de las personas que vinieron de Londres pudieron encontrar lugar, pero ni por eso renunciaron al espectáculo. Así que se certificaron de que no había más medio de penetrar en el cercado, y que las barreras contenían todo lo que podían, se diseminaron por la campiña, procurando todos los puntos elevados de donde era posible dominar el espectáculo.

A las once horas las trompetas anunciaron que la Reina salía del castillo. Decimos la Reina solamente, porque como Eduardo era el “defensor” de esa jornada, él ya estaba en su tienda.

Madame Philippe (la Reina) tenía a la derecha a Gauthier de Mauny y a la izquierda Guillaume de Montaigu, que deberían ser los héroes de los días siguientes. La Condesa de Salisbury venía enseguida, conducida por el Duque de Lancaster y por el Príncipe Jean de Hainaut.

lunes, 12 de mayo de 2014

Torneo para conmemorar la reedificación del Castillo de Windsor – 2

Torneo reeditado en Kaltenberg, Alemania
Torneo reeditado en Kaltenberg, Alemania
Continuación del post anterior

Al mediodía, veinticuatro trompetas salieron tocando del castillo, en medio de aclamaciones de la multitud, a la que anunciaban por fin el espectáculo tan impacientemente esperado por ella desde la mañana.

Las trompetas eran seguidas de sesenta corceles equipados para la justa y montados por escuderos de honra portando gonfalones que mostraban los blasones de sus amos.

Después de los escuderos venían el Rey y la Reina, ornados con sus vestiduras reales, teniendo en la cabeza la corona y el centro en la mano, e entre ambos, sobre un lindo corcel cuyas crines doradas pendía hasta el piso, el joven Príncipe de Gales, el futuro héroe de Crécy y Poitiers, que iría hacer en el torneo su aprendizaje de guerra.

Detrás de ellos cabalgaban mezclados doscientos o trescientos caballeros cubiertos de armas brillantes, con escudos dibujados con blasones o divisas, de visera levantada o bajada, caso quisiesen ser reconocidos o permanecer incógnitos.

En fin, el desfile terminaba con una multitud incontable de pajes y lacayos, unos sustentando en el puño halcones encapuzados, otros conduciendo perros que en el pescuezo llevaban banderillas con las armas de sus dueños.

lunes, 5 de mayo de 2014

Torneo para conmemorar la reedificación del Castillo de Windsor – 1

Justa en Warwick, Inglaterra
Justa en Warwick, Inglaterra
Cosa curiosa, los medievales tenían una vida cuotidiana extraordinariamente entretenida. Tal vez por eso mismo, se interesaban poco por dejarla descrita en pergaminos. ¿Quién iría a leer lo que veían con sus propios ojos en el día a día?

Fue preciso que autores de siglos posteriores intentasen reconstituir aquella vida animadísima.

Entre ellos estuvo el escritor francés Alejandro Dumas. Novelista de fértil imaginación, él quiso describir una justa medieval con fidelidad histórica de pormenores. Para eso fue a sacar de la célebre crónica de Jean Froissard los datos históricos, como él mismo deja claro en varias partes de su obra.

He aquí el resultado:

Castillo de Windsor, Gran-Bretaña
Castillo de Windsor, Gran-Bretaña
Envió en consecuencia heraldos a Escocia, Francia y Alemania para proclamar que, amigo o enemigo, cada uno, siempre que fuese caballero, podía venir, por la honra, romper lanzas en la justa de las armas de Windsor.

Semejante convite, de parte de un tan grande Príncipe, como se comprende bien, conmovió a toda la Caballería. Así, de Escocia, de Francia y de Alemania se veían llegar, como representación de toda la nobleza del mundo, los más bravos campeones de aquella época.

Algunos ya se habían encontrado en los campos de batalla y sabían el concepto que debían formar unos de los otros; pero la mayor parte no se conocía a no ser por la reputación, y ansiaban por conocerse.

A medida que llegaban iban a inscribirse con los jueces del campo, ora con su nombre, ora con el seudónimo que querían usar; y, al día siguiente, recibían de Eduardo III un regalo proporcionado a su nacimiento o al rango que parecían tener.

Justas en estilo medieval, Kaltenberg, Alemania
Justas en estilo medieval, Kaltenberg, Alemania
Por lo demás, el torneo debía durar tres días, teniendo como “defensores” (“defensor” era uno de los anfitriones, que desafiaba a todos los que, en lucha cortés o lucha real, quisiesen terciar armas con él), en el primer día el propio Eduardo; en el segundo, Gauthier de Mauny, que había dejado la Bretaña para no perder una tal festividad; y, en el tercer día, Guillaume de Montaigu, a quien el Rey, de acuerdo con su promesa, acababa de armar caballero, y que debía romper allá su primera lanza.

Los tres “defensores” debían aceptar el combate a lanza, espada o hacha; sólo el puñal estaba prohibido.

En la víspera de la fiesta de San Jorge (Patrono de Inglaterra y de la Caballería), día fijado para la abertura de las conmemoraciones, la ciudad de Londres despertó con el resonar de las trompetas y de los clarines.

Los caballeros, que habían acudido de diferentes partes del mundo para esta gran ciudad, debían dirigirse a las tiendas que el Rey les había hecho preparar en la planicie de Windsor; porque no se podía pensar en hospedar en el castillo una tal multitud de personas.

Caballero con insignias medievales en el torneo de Warwick
Caballero con insignias medievales en el torneo de Warwick
En consecuencia, desde las ocho horas de la mañana, todas las calles que conducían del Castillo de Londres, o sea de la Plaza Santa Catalina, a la carretera, estaban ornadas con tapizarías y alfombradas de hojas.

De ambos lados, a unos cinco o seis pies de distancia en relación a las casas, cuerdas encubiertas por guirnaldas de flores, formaban especies de veredas en las cuales debía circular el pueblo, mientras que la parte más elevada del pavimento permanecería libre y abierta para los caballeros.

Además, no había árbol que no tuviese frutas frescas, no había ventana que no fuese ocupada por pirámides de cabezas, ningún terrazo que no ofreciese su grupo de espectadores apretados como espigas y ondulantes como ellas al menor ruido que parecía anunciar la aproximación del cortejo.

Continúa en el próximo post



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