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lunes, 25 de noviembre de 2013

Los pastores de Belén – Cuento de Navidad

Anuncio a los pastores.  Universidad de California-Berkeley UCB029
Anuncio a los pastores.
Universidad de California-Berkeley UCB029
En aquella noche misteriosa, cubierta de nubes, un grupo de pastores tenía una sensación diferente de tranquilidad interna en sus almas.

Algo iba a suceder, pero ninguno de ellos se atrevía a expresar a los otros aquello que pensaba ser un sentimiento meramente personal.

Sentados en rueda, conversaban sobre la lluvia que podría caer durante la madrugada y la atención redoblada que tendrían que tener para cuidar de sus ovejas.

Pero aquella noche misteriosa parecía que deseaba revelarles un secreto, y a medida que el tiempo pasaba una mezcla de temor y alegría los inundaba cada vez más.

Aunque exteriorizasen unos a los otros las preocupaciones con la lluvia, sus atenciones secundarias estaban dirigidas a aquella serena sensación interna, llena de calma y alegría.

El silencio, muchas veces, es la primera actitud del alma frente al misterio, cuando éste se presenta cargado de una belleza inefable.

Todo misterio tiene algo de oscuro como la noche. Cuando es obra de la gracia, ese oscuro es acompañado por estrellas radiantes que hacen al alma entrever, a pesar de lo oscuro del misterio, la luz de la verdad inalcanzable por la razón.


Si se trata de un misterio divino, ese oscuro no es culpa del misterio, sino de la razón humana que es finita e incapaz de abarcar todo aquello que Dios revela.

Y Dios dio al alma humana una sed misteriosa por el misterio. Tanto que cuando el hombre, por un acto de revuelta, niega los divinos misterios sobrenaturales y los juzga como contrarios a su razón – tan pequeña, por otra parte, y tan debilitada por el pecado original; minúscula como un grano de polvo si comparada con el tamaño del universo – el alma del hombre, así turbada, se vuelve aun así hacia los misterios, pero para las tinieblas misteriosas de lo preternatural, del esoterismo y del ateísmo.

Sí, nada más siniestramente misterioso que las tinieblas del ateísmo y nada es tan inexplicable a la razón cuanto la fe de sus adeptos.

En aquella noche, toda la naturaleza parecía sonreír a los pastores. Pero, ¿cómo, si era… noche? ¿Durante la noche no se siente apenas miedo y terror del peligro inminente y de lo sombrío de las tinieblas que esconden a los ladrones y a las fieras?

Anuncio a los pastores.  Free Library of Philadelphia, Rare Book Department
Anuncio a los pastores.
Free Library of Philadelphia, Rare Book Department
¿Cómo era posible sentir aquella misteriosa sensación de calma, tranquilidad y paz? Había realmente algo diferente. Un misterioso misterio perfumaba aquella noche en los campos próximos a Belén.

Pero, entre los pastores, eran diversas las actitudes de alma que cada uno tomaba frente a aquella sensación misteriosa que los invadía.

Unos percibían que aquello podría significar que Dios intervendría nuevamente en el curso de la Historia.

Se acordaban de los profetas que anunciaban la venida del Mesías; de la paganización que cubría la Tierra; de la historia misteriosa y paradojal de una Virgen que había concebido y de las opresiones que sufrían los que eran fieles a las Leyes de Dios en aquella Jerusalén decadente.

Otros pastores apenas identificaban aquella sensación con una esperanza de que la lluvia no viniese y así pudiesen tener una noche más tranquila.

Otros, entre ellos, veían en aquel sentimiento algo que contrariaba su modo de vida libertino o desarreglado.

Entregados a las pasiones desordenadas y al desorden temperamental que los vicios morales causaban, ellos se hallaban indignos de aquel sentimiento de alegría primaveral que, hacía tantos años, habían ahogado en la fanfarronería febricitante de una vida donde la virtud no pasaba de una palabra. La nostalgia de ese período de inocencia perdida los sensibilizaba.

El tiempo corría y la noche se afirmaba. La oscuridad parecía pesar cada vez más. En cierto momento, los pastores notaron que sus rebaños estaban silenciosos como nunca habían estado antes. Los animales parecían participar de aquella sensación agradable y serena de algo misterioso.

Cuando menos esperaban, una luz misteriosa apareció. Tan fuerte e intensa que los cegó por instantes y no conseguían abrir los ojos por más que intentasen. El temor se apoderó de sus almas.

Segundos después, la luz perdió su intensidad y ellos entonces pudieron ver un ángel fluctuando en el aire. Pero la luz que emanaba de su interior todavía impedía que aquellos hombres fijasen sus miradas en aquel ser.

Adoración de los pastores. Giorgio Barbarelli da Castelfranco,  dito Giorgione, alrededor de 1500.
Adoración de los pastores. Giorgio Barbarelli da Castelfranco,
dito Giorgione, alrededor de 1500.
Por primera vez ellos se sentían impotentes y como que delante de algo que podría quitarles la vida con un sólo acto de voluntad. El temor había aumentado.

“No temáis. He aquí que os anuncio una buena nueva que será alegría para todo el pueblo: hoy os nació, en la Ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo Señor”, les dijo el ángel en un tono de voz que ellos nunca habían oído antes.

Y la oscuridad del cielo súbitamente dio lugar a un coro del ejército celestial, que alababa a Dios y decía, como en un grito de guerra y al mismo tiempo como en un canto de victoria contra el demonio conspirador de la perdición de los hombres:

- “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.

Todos miraban hacia el firmamento y contemplaban aquel espectáculo que en un instante desapareció, dando lugar nuevamente a la oscuridad de la noche.

Un corderito se apoyó en su pastor, y éste, mirando al cielo, se sacó el tejido que le cubría la cabeza y apuntó para el horizonte diciendo: ¡miren!

Las nubes comenzaron a abrirse, y por atrás de ellas una estrella desconocida brillaba intensamente. En lo alto de la colina, los pastores divisaron una pequeña caravana con tres camellos que iba en la dirección de aquel astro.

“Vamos a Belén y veamos lo que se realizó y lo que el Señor nos manifestó”, hablaron entre sí los pastores.

Y así, en aquella noche misteriosa, la luz resplandeció en la Tierra (Job, 1, 5).




AS CRUZADASCASTELOS MEDIEVAISCATEDRAIS MEDIEVAISHERÓIS MEDIEVAISORAÇÕES E MILAGRES MEDIEVAISCONTOS E LENDAS DA ERA MEDIEVALA CIDADE MEDIEVALJOIAS E SIMBOLOS MEDIEVAIS

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Hola! Me interesa saber el nombre del autor o de dónde se tomó el cuento. ¡¿Es posible que me den el dato? ¡Gracias! carlosr_972@hotmail.com

Anónimo dijo...

mu bonicoooo

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