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lunes, 28 de octubre de 2013

Santa Juana de Arco víctima del proceso revolucionario que empezaba


continuación del post anterior


— “Nunca hasta ahora se había hablado tan cristianamente”, escribía Hans Urs von Balthasar de Péguy. Y, sin embargo, Jacques Maritain atacó duramente El misterio de la caridad de Juana de Arco. ¿Quién tenía razón?

Regine Pernoud:

— No sabía que Maritain hubiera atacado a Péguy. ¿Está usted seguro?

— He hallado la carta de Maritain en los archivos “Charles Péguy” de Orleáns. Lleva la fecha del 2 de febrero de 1910. Maritain escribe a Péguy:

“Después de haber leído su obra, estoy desconsolado. Veo claramente que usted aún está lejos del verdadero cristianismo, con la ilusión de haberlo alcanzado. (...) La vocación de la Beata Juana queda completamente desfigurada. (...) La meditación de la pasión de Nuestro Señor está llena de inconvenientes e irreverencias. (...) ¡Ha osado usted hablar de la Santísima Virgen de manera baja! ¡Es insoportable! En esta obra, hecha con todo su celo y su devoción, se ha quedado deplorablemente fuera. (...) Esto me ha desconsolado”.

lunes, 21 de octubre de 2013

El grande retorno de Santa Juana de Arco

Santa Juana de Arco: estatua equestre en California
Santa Juana de Arco: estatua equestre en California


— Dieciocho años después de la condena por herejía, se abrió un nuevo proceso. ¿Por qué?

Regine Pernoud:

— El rey Carlos VII entra en Rouen, en Normandía reconquistada. Es la ciudad donde fue quemada Juana. Ordena una investigación oficiosa para “saber la verdad de aquel proceso y el modo en que se llevó a cabo”.

Los testigos aún vivían, entre ellos el notario que había redactado las actas del proceso.

En los años siguientes se llevaron a cabo otras dos investigaciones, esta vez oficiales, que acabaron en un nuevo proceso de la Inquisición que se abrió en 1455 en Notre Dame de París: en la primera sesión los comisarios del rey escucharon las declaraciones de la madre de Juana, Isabelle Romée.

Luego los testigos de su infancia y juventud. El proceso de rehabilitación anuló solemnemente el primero, cuyas injusticias fueron mostradas por entero, y alejó de Juana toda sospecha de herejía.

lunes, 14 de octubre de 2013

Santa Juana de Arco víctima de un tribunal eclesiástico inicuo

Estatua en Paris, de Frémiet
Estatua en Paris, del escultor Frémiet
continuación del post anterior


— Lo más sorprendente es que se trata de un proceso eclesiástico dirigido por un obispo, y que Juana, tan obediente y fiel a la Iglesia, es condenada por herejía.

Regine Pernoud:

— Sí, los miembros del tribunal son conscientes de que se trata de un proceso eclesiástico. Lo preside el obispo de Beauvais, Pierre Cauchon. El mismo había preparado, elaborado y perfeccionado el proyecto que comentábamos antes.

El de Juana de Arco es un proceso de inquisición. Estos procesos habían comenzado en 1231 para oponerse al maniqueísmo, una herejía que había penetrado en profundidad en los puntos clave de la Iglesia medieval.

Pero los tribunales eclesiásticos no siguieron siendo por mucho tiempo lugares de Iglesia.

Felipe el Hermoso, por ejemplo, se sirve de ellos para sus fines, y usa a eclesiásticos que dependen completamente de él para condenar a los Templarios.

El proceso contra los Templarios es un horror, lo mismo que el de Juana de Arco. La Iglesia se “prestaba” al poder político hasta tal punto que instituía a su placer tribunales.

lunes, 7 de octubre de 2013

La epopeya gloriosa de Santa Juana de Arco

Santa Juana de Arco: restauradora del poder que viene de Dios  y Deus solo concede a los reyes legítimos
Santa Juana de Arco: restauradora del poder que viene de Dios
y Deus solo concede a los reyes legítimos

Había un gran proyecto político que estaban llevando adelante intelectuales, profesores universitarios, algunos obispos y quienes tenían el poder.

Y de improviso una muchacha, pastora de ovejas, se había puesto de por medio. Podía hacerlo fracasar. Además, decía que hablaba en nombre de Dios. Era intolerable.

Eran ellos, los intelectuales y políticos, los defensores de la Iglesia. Eran ellos, los obispos y los clérigos, los únicos que tenían derecho a hablar en nombre de Dios y suscitar entusiasmo en el pueblo. Esta muchacha era una piedra donde podían tropezar.

Había que eliminarla. Y eso sucedió. Para hacerlo, el poder se sirvió de hombres de religión y de un proceso eclesiástico. A Juana la traicionaron los suyos.

En nombre de la Iglesia se mató a la que Péguy define como “la santa y mártir más grande, santa dos veces”, porque su martirio ocurrió “en el seno de la cristiandad”.

Su juicio es un ejemplo de clericalismo que aún hoy, quinientos años después, hace hervir la sangre”.

 
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