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lunes, 20 de agosto de 2012

San Gregorio Magno: baluarte de la Edad Media naciente – 1


“Gregorio es ciertamente una de las más notables figuras de la historia eclesiástica. Ejerció en varios aspectos una significativa influencia en la doctrina, organización y disciplina de la Iglesia Católica.

Hacia él debemos mirar en pos de una explicación de la situación religiosa de la Edad Media; en efecto, si no se tomara en cuenta su trabajo, la evolución de la forma de la Cristiandad medieval sería casi inexplicable.

Tanto cuanto el moderno sistema católico es un legítimo desarrollo del catolicismo medieval, no sin razón Gregorio debe ser llamado también su padre.

Casi todos los principios directivos del subsecuente catolicismo son encontrados, por lo menos en germen, en Gregorio Magno”.1

Él “merece el glorioso título de Magno por todas las razones que pueden elevar un hombre por encima de sus semejantes: porque fue magno en nobleza y por todas las cualidades que vienen del nacimiento y de los ancestros; magno en los privilegios de la gracia con que el Cielo lo colmó; magno en las maravillas que Dios operó por su intermedio; y magno por las dignidades de cardenal, de legado, de Papa, para las cuales la divina Providencia y sus méritos lo elevaron”.2

lunes, 6 de agosto de 2012

San Columbano: pilar de la Cristiandad medieval naciente – 2

San Columbano
San Columbano

Continuación del post anterior

Obstinado al principio, sumiso al Papa después

Si los santos pueden ser determinados, San Columbano lo era. Un poco nostálgico de su país, para él el modelo de vida religiosa era el de Irlanda. Por eso quería que todo, en las Galias, fuese como allá.

Claro que ello algunas veces parecía ventajoso y otras no. Una de las buenas costumbres irlandesas que él acabó convenciendo al episcopado franco de adoptar fue el uso de la confesión auricular, que no había en las Galias.

Pero se originó una polémica respecto al día en que se debía conmemorar la Pascua, tema controvertido desde la fundación de la Iglesia.

En un concilio nacional en las Galias fue establecida una fecha, según la orientación de Roma. En Irlanda aún se observaba el llamado canon alejandrino, muy anterior, que estipulaba otra.

San Columbano quería que la costumbre irlandesa fuese aceptada no sólo en Francia, sino en toda la Iglesia universal, intentando, en una larga y fogosa carta, convencer de eso al Papa San Gregorio Magno.

 
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