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domingo, 22 de abril de 2012

La ciudad medieval y la ciudad moderna

 Cuando consideramos en las miniaturas medievales una ciudad vista de lejos, ella se presenta de un modo completamente diferente de la ciudad moderna.

La ciudad moderna es de contornos imprecisos, irregulares, es como un tumor que se va extendiendo de aquí para allá y para más allá, de tal manera que en una cierta dirección ella creció mucho, y en otra existen aún parques que llegan casi hasta su centro.

La ciudad medieval nos da la impresión de una moneda bien acuñada. Ella está repleta de casas, en un recinto delimitado por un muro y realzado por torres. El límite es definido y claro: para más allá del muro, campo; para dentro del muro, ciudad.

El muro es el resplandor de la ciudad, pareciendo circundarla de una corona hecha de murallas, que le aseguran la posibilidad de defenderse por sí misma y de mantener su autonomía.

Vista así en su conjunto, la ciudad da la impresión de una caja de tesoros. Porque lo que emerge de dentro de ella son cosas preciosas: las torres de las iglesias, las puntas de las catedrales con los rosetones y los vitrales, las torres de uno u otro palacio, etc.

domingo, 15 de abril de 2012

Palabras de Urbano II convocando la I Cruzada, según Fulquerio de Chartres

Beato Papa Urbano II convocó las Cruzadas
Beato Papa Urbano II convocó las Cruzadas
“Mis más queridos hermanos: urgido por la necesidad, yo, Urbano, con el permiso de Dios obispo en jefe y prelado de todo el mundo, he venido hasta estos parajes en calidad de embajador, portando una admonición divina a vosotros, servidores de Dios.

He guardado la esperanza de encontraros tan fieles y celosos en el servicio del Señor como es de esperarse.

Pero si hay alguna deformidad o flaqueza contraria a la ley divina, invocando Su ayuda haré lo más que pueda para erradicarla.

Porque el Señor os ha puesto como servidores ante su familia. Felices seréis si os encuentra fieles a vuestro ministerio.

Sois llamados pastores, esmeraos por no actuar como siervos. Pero sed buenos pastores, llevad siempre vuestros báculos en las manos. No durmáis, sino que guardéis todo el tiempo al rebaño que se os ha asignado.

 
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